Ejercicio nº 3
El sistema nervioso trabaja a través de impulsos bioeléctricos, los cuales generan un campo electromagnético.
La propuesta que hace la grafoterapia con la que trabajo, es la fusión voluntaria y consciente con ese tipo de dinámica que se produce en nuestro interior como consecuencia de las experiencias y emociones a las que, en cada instante, estamos reaccionando.
Suele suceder que si somos capaces de liberar a nuestro organismo de sensaciones ingratas, aunque sólo sea por unos instantes, percibiremos muy claramente nuestra tendencia a desarrollar con mayor facilidad un movimiento o pausa concreto, en vez de otro/a, o determinada letra,… repetitivamente, haciéndose evidente, de esta manera, las prioridades fisiológicas para alcanzar el reequilibrio.
El movimiento que surge es involuntario y lo marca la propia naturaleza humana. Quizá la persona lo sienta más evidente en cualquier parte del cuerpo, y no precisamente en la mano o dedos —que es desde donde tendremos que llegar a escribir, obviamente—; pero no importa, de momento, lo único que tiene que hacer es «dejarse llevar».
Si permitimos a nuestra naturaleza obrar y nos apoyamos en ella, descubrimos que la inercia es encontrarse mejor. Y ello se produce.
Instruyo a la persona acerca de la percepción de los movimientos. Porque aunque su escritura esté denotando una carencia o un exceso en cualquiera de ellos, es la propia naturaleza interna la que va dando las pautas y dictando las prioridades.
Después, tendremos que estar atentos para controlar que, el movimiento o pausa, lo experimentemos de acuerdo a las directrices marcadas por las leyes dinámicas.
Al hacer grafoterapia aplicamos la dinámica que observamos en los cuerpos inertes a los propios procesos nerviosos.