El estudiante y su escritura
Al decir «estudiante» no me estoy refiriendo sólo a aquellas personas que estudian en colegios, institutos o universidades, sino también a todas aquellas otras que entienden la Vida como «La Gran Escuela», donde se nos invita a mantener siempre a punto las capacidades de concentración, de entendimiento, deducción, razonamiento, asimilación, memoria, etc., para un óptimo desarrollo en todas las facetas.
¿Qué puede hacer la grafoterapia para ayudarnos a potenciar estas capacidades?
Si usted lee con asiduidad esta Revista, ya estará al tanto por otros artículos escritos —el último aparecido en el pasado mes de Abril—, de la existencia de un método de grafología denominado Grafología Racional por su descubridor, Vicente Lledó (1932-1993), basado en doce tipos de impulsos nerviosos, llamados trazos, que conforman nuestras letras o las de cualquier otro idioma, cualquier garabato, gesto o dibujo que hagamos. (FIGURAS 1, 2 y 3)
FIGURA 1: Los doce tipos de impulsos nerviosos.
FIGURA 2: Las letras están compuestas de trazos.
FIGURA 3: La combinación de los diferentes trazos hace posible la realización de cualquier dibujo.
Cada uno de estos doce trazos representa una función específica en el cerebro: hay un trazo que trata de la observación, otro de la imaginación, otro de la comunicación, otro de la seguridad, de la autovaloración, de la constancia, del orden, etc…
Pero, antes de continuar, he de insistir en la suma trascendencia y repercusión que supone el cambio o reeducación escritural. Por ello, si emprende por su cuenta esta labor y no notara ninguna mejoría o, incluso, sintiera algún empeoramiento, debe consultar su caso.
Aún así, no todo el mundo puede hacer grafoterapia: embarazadas de tres o más meses1; personas que tengan determinado tipo de prótesis; o que hayan padecido recientemente alguna intervención quirúrgica, pues deberán esperar un tiempo prudencial; tampoco las personas que escriben con la mano izquierda, ya que requieren de un tratamiento específico adaptado a sus condiciones.
Este artículo pretende sólo divulgar una ciencia que se está revelando como una auténtica potencia para el desarrollo personal: el poder de los trazos sobre el funcionamiento del sistema nervioso central.
Generalmente no damos importancia a cómo escribimos. A lo sumo, caemos en la cuenta de la variación de nuestra letra, dependiendo de nuestro estado de ánimo o de las tensiones que tengamos en cada momento. No prestamos atención a cómo cogemos el bolígrafo, ni a la fuerza que ponemos en los dedos, en el brazo o en el papel, ni a las formas que han de mantener las letras en cuanto a tramos curvos y rectos se refiere… Nos hemos creído que la escritura es, simplemente, «eso» que cada cual hace como quiere, como le sale o como puede. ¡Qué gran error!
Cualquier labor que hagamos, podemos considerar si está bien ó mal hecha, dependiendo de la proximidad ó alejamiento a esa idea o modelo que hemos pretendido seguir, a ese «ejemplo» tomado como referencia. ¡Cualquier labor!… Y con la escritura sucede exactamente lo mismo: tiene unas normas a seguir —pues está sujeta a leyes de movimiento, ritmo, fuerza, etc.— para su correcta y saludable ejecución.
No pretendo revivir aquellos tiempos en que a los estudiantes se les obligaba a hacer muestras de caligrafía hasta los catorce años y, cuyas normas eran tan estrictas, que el alumno se sentía cohibido en su tendencia natural de trazado.
Podemos comprender —pues así está escrita la Historia— que el género humano evoluciona «oscilando» de un extremo a otro. Pero no por entenderlo, admitiremos como correcto el haber pasado, de un «exceso de rigidez» didáctica escritural, a un vacío provocado por el «exceso de libertad» prácticamente absoluta en este terreno. De nuevo, en la Historia, hemos equivocado el término libertad.
La libertad personal a la hora de escribir no quiere decir que cada cual pueda hacerlo como se le antoje, ni que pueda colocar el papel como quiera, o la mano, etc… Me explico: somos libres para hacer todo cuanto queramos; somos libres para emplear bien o mal nuestro sentido de la libertad. Pero si pretendemos hacer cualquier labor, ésta requerirá de unas pautas, de un sentido común, de una facilidad y de una fluidez en su desarrollo. Y eso es lo único que trata de mostrar esta técnica: el modo natural de escribir, el modo en que las Leyes que rigen la escritura están ahí para facilitar, y no para entorpecer, la libertad motriz y sensorial de la persona.
Así pues, la grafoterapia trabajará no solamente con aquello que vemos reflejado en el papel y que llamamos escritura, sino que también abordará como temas primarios y paralelos, todas aquellas cuestiones que impidan su fácil y armónica consecución, tales como la relajación de todo el brazo o la mano, posturas y posiciones frente al papel y, en general, todo lo que comprende la «grafomotricidad», dentro de la cual he desarrollado un método específico que se complementa con el sistema grafológico que mi Maestro, Vicente Lledó, me enseñó.
Reglas básicas a tener en cuenta antes de empezar a escribir
- La altura de la mesa ideal para escribir es aquella que indica el propio codo de la persona.
- Si nos colocamos frente a la mesa de forma que la línea imaginaria que une nuestros hombros transcurra de forma paralela al borde de la mesa, el papel deberá quedar levemente inclinado hacia la izquierda, es decir, su esquina superior izquierda quedará situada más a la izquierda que su esquina inferior del mismo lado.
- La posición de los dedos, la mano y el antebrazo es esencial para poder realizar correctamente cada uno de los doce trazos. La explicación de cada una de estas partes exigiría demasiado espacio y fotografías que, en esta ocasión, no es posible ofrecer. No obstante, se puede indicar que los dedos pulgar, índice y corazón, son los encargados de mantener relajadamente entre ellos el útil de escribir; que debe existir un ángulo entre las líneas de perfil de la mano y del antebrazo de aproximadamente 155 grados; y que el antebrazo debería estar siempre en la zona media del borde inferior del papel para evitar que el renglón ascienda o descienda de la horizontalidad deseada.
Quedan otros aspectos por tratar pero, de momento, es suficiente con estas indicaciones para poder seguir exponiendo los aspectos gráficos que en este pequeño artículo nos habíamos propuesto.
Reglas gráficas de la escritura
- Respetar la forma de las letras. El diseño que tienen las letras ha sido el resultado de su propia evolución en el transcurso de su historia. Es cierto que gracias a los descubrimientos de Vicente Lledó, han sido «limados» determinados errores que conducían a rigideces gráficas y que, una vez corregidos, el resultado ha demostrado sobradamente el efecto benéfico que reporta.
FIGURA 4
El hecho de basarnos en un modelo escritural, no significa que todos lleguemos a escribir de la misma manera. Sin embargo, la comunicación, ya sea hablada o escrita, ha de ajustarse a unos modelos o «códigos comunes de entendimiento». El sentimiento de «personalidad» en la escritura no está reñido con que ésta sea saludable o no. No obstante, también queda pendiente una mayor profundización en este tema.
Así pues, centrándonos en nuestras letras, observamos que éstas están compuestas de curvas, rectas y un rasgo muy significativo: los finales a la derecha.
Cuando el útil de escribir esté trazando una curva, debe hacerlo de forma fluida, sin detenerse o «atascarse»; y en los «picos», es decir, en los cambios bruscos de dirección, obligatoriamente hemos de pararnos. En cuanto a los finales de la mayoría de las letras, deben suceder con un gesto hacia la derecha que pierda gradualmente su presión.
Hay tres trazos que debería fomentar todo buen estudiante. Se trata de los trazos 1, 2 y 8, señalados en nuestro abecedario.
- Respetar el aspecto general de la escritura. En rasgos generales, la escritura debe tender a ser ligada, teniendo en cuenta que las letras llamadas óvalos, es decir, la a, c, d, g, o y q, cuando van dentro de palabras, suelen unirse con la letra anterior empleando los trazos 12, 3 y 10, según se indica en el ejemplo siguiente. Obsérvese también la redondez con que las letras son unidas por abajo, así como la leve inclinación a la derecha, o la esbeltez de los óvalos.
FIGURA 5
Un entrenamiento a fondo con los trazos hoy mencionados potenciaría una actitudes muy virtuosas en cualquier estudiante, y eliminaría aquellas otras que actúan en su contra: inquietud, ansiedad, falta de atención, miedos, fobias, despistes, exceso de perfeccionismo (o carencia de él), falta de motivación generalizada, obsesiones, pesimismo, etc., etc.
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1Años después de la redacción de este artículo, tuve ocasión de dirigir con grafoterapia a varias mujeres que decidieron continuar practicándola durante todo el embarazo porque comprobaban que les sentaba bien y mejoraban su estado psíquico y físico. Fueron instruidas repetidamente acerca de las condiciones y circunstancias que debían vigilar para que éste culminara felizmente. Y así fue. La estipulación de estas condiciones y circunstancias forma parte de una metodología grafomotriz que se ha ido desarrollando con la práctica grafoterapéutica.
Terapia Natural No Convencional