
Doce movimientos universales para sentirse bien y su presecia en la escritura
¿Qué es la Grafoterapia?
Es una reeducación escritural, una mejora escritural. No solamente para hacer que la escritura sea más entendible, sino para conseguir una influencia y equilibrio en el aspecto cuerpo-mente. En ella queda reflejado cómo se muestra la persona, sus reacciones, conductas y comportamientos que, si no son adecuados, darán lugar a alteraciones psicofísicas. Los rasgos negativos en la escritura espontánea han de transformarse en positivos para que la persona mejore y sea capaz de mantener, en el tiempo, esos cambios. (Remito al lector/a al artículo aparecido en el nº 5 de esta Revista, correspondiente a Octubre’14).
¿Qué beneficios se obtienen con la Grafoterapia?
Hay una larga lista pero, por citar algún ejemplo, podríamos decir que
ayuda en trastornos de adicciones, de agresividad, memoria, sueño, problemas de ansiedad, y en multitud de otros problemas físicos o mentales que no se ha conseguido superar por otras vías.
¿Esa reeducación de la escritura se basa en doce movimientos?
Así es. Para hacer cualquier escritura sólo empleamos doce movimientos. De ello se dio cuenta Vicente Lledó (1932-1993), quien sufrió el descrédito de muchos grafólogos porque había concebido, dentro de la grafología, este nuevo enfoque. Descubrió que todas las escrituras estaban basadas en doce tipos de impulsos nerviosos o micromovimientos llamados ‘trazos’ y que, cada uno de ellos, se correspondía con una función nerviosa.
Podemos hacer un giro contrario a las agujas de reloj —y para ello emplearemos un movimiento que sube, otro que va a la izquierda, otro que baja y otro que va a la derecha… con lo que ya tenemos cuatro impulsos—. También podemos hacer un giro a favor de las agujas del reloj
—y emplearemos un movimiento que sube, otro que va a la derecha, otro hacia abajo, y otro que va a la izquierda… con lo que ya llevamos descritos la suma de ocho impulsos—. Y de igual modo podemos hacer arriba-abajo —… ¡y van diez!…—. E izquierda-derecha —… ¡y ya tenemos los doce!—.
¿Y en esto consiste la Grafoterapia?
Si una persona quiere solucionar cualquier aspecto dañino que esté experimentando, se le hace escribir y, en su análisis escritural, se detecta cómo hace los trazos (en su forma, presión, etc.) A continuación, se le enseña a ejecutar aquéllos movimientos con los que, generalmente, se conecta más fácilmente. Y, si bien el objetivo es claro
—mejorar física o mentalmente a través de los movimientos naturales, que forman y constituyen su escritura—, la inmediatez de los resultados, marca una diferencia. Cuanto más desarrolle el movimiento acorde a sí misma, antes empieza a cambiar.
¿Es fácil reeducar la escritura a una persona si la tiene muy automatizada?
Lo único que se requiere es fidelidad en la ejecución de aquéllos ejercicios que le supongan un menor esfuerzo pues, bien entendido, ello supone un máximo aprovechamiento energético.
¿Qué personas pueden hacer Grafoterapia?
Cualquier persona podría beneficiarse de ella. El movimiento es el código de comunicación más primario y elemental porque es comunicación no verbal. (Mi alumno más joven tenía cuatro meses). No es necesario que se sepa escribir. También pueden hacerla las personas que tienen alguna limitación motora, pues los movimientos se pueden desarrollar en y desde la mente. Es obvio, que la cima de la Grafoterapia es la escritura; pero existen muchas escaladas y caminos a recorrer y, por sentido común, cuando la persona ha integrado lo más fácil, podremos enseñarle labores más complejas. En este sentido, la escritura es la más compleja de todas.
¿Cómo se aplica la Grafoterapia a un niño de cuatro meses si aún no tiene desarrollada la motricidad?
El niño en cuestión, tenía problemas porque no dormía ni comía. Sus padres, que habían practicado ya Grafoterapia, me lo comentaron y les recomendé que le cogieran su manita y comprobaran hacia qué dirección se dejaba mover más fácilmente; una vez percibida, deberían dirigírsela respetando las características naturales que cada movimiento contiene inherentemente (forma, velocidad, fuerza…). Jamás podrían forzarle a ninguna otra que no le complaciera.
De esta forma, el niño siente estas leyes dinámicas y, con su repetición, modifica su estado y comportamiento; desde su interior, cambia su manifestación y relación con el exterior.
¿Se puede abordar con éxito alteraciones físicas?
¡Claro! Tanto alteraciones mentales como físicas. Tenemos un campo muy abierto puesto que tanto la parte mental-emocional, como la física, se producen y/o quedan reflejadas en el cerebro ¡y se muestran a través de los trazos! Es muy común tratar déficits de atención, pesimismo, alergias, estrés; pero también problemas cardiovasculares, de cervicales, digestiones, tensión arterial… Hay muchísimas cuestiones que pueden resolverse con la grafoterapia. Lo importante es que cada persona empiece por los ejercicios que más se adapten a sus características y circunstancias, y sucede siempre que, la solución, va marcada desde el interior.
¿Cree que sería posible sentar las bases de la grafología desde niños para evitar posibles trastornos?
Sí. ¡Sería lo ideal! Hace sólo unas décadas, la enseñanza escritural, en los colegios, era considerada una formación elemental en la vida del estudiante. Al día de hoy, en la mayoría de los colegios, es una asignatura prácticamente descatalogada donde no se le concede la menor importancia, por ejemplo, al modo cómo se coge el lapicero o bolígrafo, ni a cómo inclina el papel, ni a la posición del cuerpo, cabeza, etc… Lo único que importa es que sea entendible y no se tengan faltas de ortografía… Y esto, siendo mucho, es prácticamente nada si consideramos la gran aportación que les supondría para su crecimiento y desarrollo en todos los aspectos, sin trastornos de conducta, ni de estudios, ni en su relación con los demás… ¡No existe una cultura escritural! ¡Los mismos profesores no estudian cómo deben educar e instruir en esta materia!
¿Es una terapia larga en el tiempo?
Depende de cuánto tiempo dedique diariamente la persona a los ejercicios y de su calidad de ejecución.
¿Cómo se observan los avances?
Cuando la persona entra por la puerta y le ves la cara, generalmente ya sabes cómo le ha ido… Pero es en la revisión de los ejercicios que ha practicado, donde se observa la mejoría y la superación de cada uno de ellos, y es ella misma quien te corrobora los cambios experimentados.
¿Es un trabajo de casa?
Sí, desde luego. Cuando nos vemos, es para revisar los ejercicios que ha hecho y profundizar en ellos tanto como sea necesario. Al principio, conviene que nuestros encuentros sean cada
7 o 10 días, y van distanciándose gradualmente, según cada caso.
¿Es compatible con otras terapias?
Sí, totalmente. Nuestra intervención no tiene nada que ver con la ingesta de ningún producto, ni con un contacto físico con su cuerpo; sólo afecta a su autoconocimiento y autocorrección, a través de las fuerzas dinámicas que siente como benéficas y su incorporación posterior a su propia escritura.
¿En qué consisten los talleres que imparte?
Me gusta que sean teórico-prácticos. En ellos se aborda la comprensión de los doce movimientos, cómo se perciben, sus características dinámicas, el modo en que están presentes en nuestras actividades cotidianas y cómo integran e influyen en nuestra escritura. Su adecuada aplicación práctica contribuye a la generación y mantenimiento de nuestro propio bienestar.
Mª Carmen Martínez Darsés (Madrid)
SOCIO Nº 5289
Responsable de la Comisión Científica de Grafoterapia de APTN_COFENAT