Grafoterapia y Grafomotricidad
Independientemente de lo que padezcas, física o psíquicamente, puedes cambiar tu estado y condición si abordas tu problemática desde el lugar donde fue creada: dentro de ti.
Incluso la propensión a los accidentes se genera en nuestro interior y puede ser por varios motivos: desde tendencias a los despistes y falta de atención, hasta tendencias autodestructivas.
Si no has dado con la solución que has estado buscando es que necesitas encontrar tu propio remedio, y éste se manifestará espontánea y naturalmente.
Con tres colores se forma la gama infinita de tonalidades;
con siete notas, todas las melodías;
con diez números, todas las operaciones;
y con doce trazos, todas las escrituras.
Vicente Lledó (1932-1993)
Todo es vibración. Todo es y está en movimiento. Nuestro cuerpo, nuestra mente; incluso cuando parecen estar en reposo, realmente lo que está sucediendo es la expectación del mecanismo necesario que propiciará el siguiente movimiento.
Los movimientos elementales a través de los que se manifiesta todo en la Naturaleza son doce:
- Cuatro de ellos forman un giro en sentido contrario a las agujas del reloj —uno que sube, otro que va hacia la izquierda, otro que baja y otro que va hacia la derecha—.
- Otros cuatro forman el giro contrario.
- Dos que discurren en paralelo a nuestra lateralidad —hacia nuestra izquierda y nuestra derecha—.
- Y otros dos que lo hacen en perpendicular a los dos anteriores.
Nuestra Naturaleza interior —dependiendo de los pensamientos, emociones y conducta que estemos experimentando en cada instante—, genera espontáneamente vibraciones o movimientos primarios, como los especificados anteriormente, o bien una combinación de ellos.
Todas nuestras creaciones, nuestros trabajos y actividades cotidianas, suceden gracias a la intervención de estos doce movimientos.
Cuando los realizamos al escribir los llamamos «trazos».
Cada uno de los movimientos o trazos escriturales está relacionado con la estimulación de determinadas funciones mentales, emocionales y físicas.
Dichas funciones se dirigen hacia cuatro grandes campos de nuestra actividad vital:
- Relación con el «mundo superior», o con todos aquéllos aspectos que deseamos o necesitamos alcanzar. Mediante los tres movimientos que suben se estimularán nuestras percepciones y mejorarán nuestras facultades y capacidades para conseguir nuestros propósitos.
- Nuestra relación con el «mundo inferior», es decir, con todo aquello que hemos logrado, que ya tenemos o ya somos. Los tres movimientos que bajan se encargarán de darnos consciencia de nuestro poder intrínseco, optimizando así nuestra intervención sobre este mundo.
- Nuestra relación con el «mundo interior», con nuestros orígenes y procedencias, nuestro pasado y nuestro yo. Los tres movimientos que van hacia la izquierda activan nuestra riqueza emocional de contenidos, así como todos nuestros recursos internos para nuestra transformación.
- Nuestra relación con el «mundo exterior», es decir, con todo aquello que no somos nosotros y también con el devenir del tiempo futuro. Los tres movimientos que van hacia la derecha facilitan nuestra espontaneidad, nuestra comunicación inteligente y nuestra entrega física y de adaptación al ambiente.
Por ello, cuando observamos los trazos escriturales, podemos afirmar cuál de estas funciones tiende la persona a hacer de más, de menos, o a destiempo.
Sin embargo, cada trazo o función ha de ser ejecutada con determinadas cualidades para lograr su adecuado resultado.
Habrá ocasiones en que tengamos que:
- Ceñirnos al empleo de nuestra mente lógica, según nuestra percepción de la verdad, o bien usar nuestra mente creativa y guiarnos por lo aparentemente ilógico; apertura o no a otros criterios.
- Obrar con calma y serenidad, o según en qué momentos o actividades, tener premura y rapidez en nuestra actuación.
- Poner mucho o poco entusiasmo, según qué labores. En qué momentos hemos de sentirnos humildes y cuándo orgullosos.
- Actuar con orden y control o bien dejarnos llevar por la espontaneidad de los acontecimientos.
- Empeñarnos físicamente en el logro de nuestros propósitos o todo lo contrario, reducirlo a mínimos cuando, lo que se requiera, sea sobre todo hacer uso de nuestra sutil percepción o relajación.
- Irnos tranquilizando según vamos desarrollando la labor, o bien mantener una predisposición orgánica para poder hacer frente a los imprevistos que pudieran surgir.
Estas claves de comportamiento quedan reflejadas en la escritura por las características que integran al trazo:
- su trayectoria: curva o recta,
- su velocidad: rápida o lenta,
- su tamaño: largo o corto,
- su ubicación: ordenada o libre con respecto a las pautas y ejes escriturales,
- su variación en la presión: aumentativa o disminuyente,
- y su presión: fuerte o suave.
Por ello, cuando observamos las escrituras, sabemos cómo suele abordar su autor los diferentes aspectos de su vida.
La técnica grafoterapéutica se fundamenta en conseguir que los trazos alcancen un mayor equilibrio, y que las características con que han sido ejecutados obedezcan a las cualidades que resulten más acordes a cada uno de ellos en particular.
Para conseguirlo es fundamental ir abordando cada uno de los factores grafomotrices de acuerdo al nivel de conflictividad en que cada persona se encuentre.
En cualquier caso, un buen ejercicio es siempre aquél que nos resulta fácil y cómodo de realizar, y que nos aporta, desde el primer instante, unos beneficios positivos en la percepción de nuestra realidad.
Cuando logramos una naturalidad en el dominio de nuestras escrituras, estamos adquiriendo mayor control sobre nuestra propia vibración, lo que se traduce a un mayor control sobre nuestra vida.
Terapia Natural No Convencional
Un beso, Miguel.
los que conocemos esta grafoterapia y la practicamos y disfrutamos de sus avances, somos unos auténticos privilegiados.
un abrazo
Fernando: Miguel;
dos amigos de la Grafo —y míos—.
Gracias,
Mª Carmen
Muchas gracias