Grafoterapia
Es de conocimiento general que por medio de la escritura se pueden conocer aspectos de la persona y que la técnica se llama «Grafología». Pero no está tan extendido saber que, a través de la mejora escritural, se corrigen conductas y comportamientos que afectan a nuestro estado psíquico y físico: la técnica se llama «Grafoterapia».
Con tres colores se forma la gama infinita de tonalidades;
con siete notas, todas las melodías;
con diez números, todas las operaciones;
y con doce trazos, todas las escrituras.
Vicente Lledó (1932-1993)
Cuando hablamos de Grafoterapia, no nos estamos refiriendo sólo al trabajo con la escritura. Nos estamos refiriendo al trabajo con los movimientos que formarán nuestras letras: los doce trazos elementales.
Voy a exponer dos casos que muestran variaciones en el modo de afrontar la terapia de los movimientos para su aplicación posterior a la escritura.
El primero de ellos se trata de una mujer de treinta y pocos años de edad y de apariencia frágil que, impulsada por la urgencia de detener el estado de agitación, ansiedad y miedo en que se encontraba, vino al Gabinete con la esperanza de hallar una solución adecuada.
Rápidamente y para que me hiciera cargo de su situación, me comentó que estaba casada y que tenía una hija. Se dedicaba, en teoría, a «sus labores». Sin embargo no las podía atender correctamente porque le suponía tal esfuerzo, mental y físico, que últimamente estaba decidiendo no hacer nada, y acababa en el sofá durante horas y horas.
Sus miedos, especialmente el «pánico a salir de casa», tenía que afrontarlos todos los días puesto que debía llevar a su niña a la guardería.
Quería poner fin a todo esto. Quería ser feliz, disfrutar de todo lo que tenía y llevar una vida «normal», pero se sentía impotente para el cambio.
Así que, le hice escribir un poco para saber con mayor precisión qué estaba sucediendo en su interior y, efectivamente, su escritura delataba todo cuanto me había contado, además de otras alteraciones que, según se las iba comentando, ella las confirmaba.
Su terapia tenía que ser muy fácil.
Las explicaciones que le tendría que dar acerca de cómo colocar el papel, elegir la mesa, coger el bolígrafo o hacer las letras, le resultarían excesivas, saturándola innecesariamente.
Así pues, decidí olvidarme de todo eso y que, aprovechando las horas de sofá, repitiera en él los ejercicios que íbamos a practicar.
Le enseñé cómo realizar tres de los doce movimientos o trazos escriturales, y le dije que cuanto más los realizara, más estimularía a su cerebro a funcionar de otra manera para sentirse mejor.
Al cabo de una semana y pico nos volvimos a encontrar. La mejoría había sido impresionante. Había dedicado varias horas diarias al desarrollo de los ejercicios. Los pocos casos que he visto de personas que dedican tiempos tan prolongados, tienen en común que los resultados son más que espectaculares. Y éste era uno de ellos: su talante y muestras de alegría habían dado un giro radical.
Se ganó el apodo de La reina del dedo puesto que durante la primera etapa de su terapia, sólo se dedicó a mover el dedo sobre el cojín de al lado, en el sofá. En la segunda etapa, ya no tan intensa, pudo aplicar los movimientos practicados a la mejora de su escritura.
Ella sola se dio el alta: “Nunca se había encontrado tan bien”. Me confesó que desde pequeña había tenido alteraciones mentales que le habían obligado a ingresar varias veces en Psiquiatría, y que ahora sentía estar en otra etapa muy diferente de su vida.
El segundo de los casos trata de una mujer que ejercía como médico «de cabecera».
De entre las alteraciones psicosomáticas que mostraba su escritura, a ella, lo que más le preocupaba era su adicción al juego: era capaz de gastarse todo el sueldo en los bingos.
Cuando ensayamos los movimientos, enseguida se tomó interés por uno: los efectos que le producía eran la detención del pensamiento y una relajación y bienestar general. Estos efectos eran mayores si lo realizaba «internamente» y no «externamente».
Es decir, si con nuestra imaginación ponemos «un punto» en movimiento, realmente estamos haciendo ese movimiento, aunque no sepamos precisar con qué parte de nosotros lo hemos generado. Y si vigilamos que sus características sean las correctas, irremediablemente notaremos sus efectos benéficos.
Esta mujer se ganó el apodo de La reina mental. Su «grafoterapia» la hacía mentalmente, o sea, con la imaginación.
Los resultados también fueron espectaculares. Fue capaz de empezar a aprovechar el tiempo y de emplear mejor su dinero, disfrutando de su propia liberación. Cada vez que notaba cierto «mono» que le pudiera desestabilizar, realizaba el movimiento y automáticamente se aplacaba y desaparecía.
He elegido mostrar estos dos casos por la innovación tan decisiva que, por aquel entonces, me supuso abordarlas como lo hice. Al día de hoy son planteamientos habituales en las terapias.
El próximo mes volveré a tratar más temas, posibilidades y orientaciones sobre este modo de desarrollo personal.
Le remito a otros artículos y entrevistas que Universo Holístico ha publicado en los meses de Abril, Junio, Julio-Agosto y Octubre pasados.
Terapia Natural No Convencinal
3 Respuestas hasta ahora.