La comunicación en la escritura
Comunicar es compartir con los demás los contenidos que llevamos dentro.
Es una de las doce funciones necesarias para vivir. Una auténtica necesidad, no un mero desahogo. Necesitamos soltar al mundo exterior aquellos resultados de nuestros pensamientos, de nuestras experiencias, de lo que nos preocupa o entusiasma. Necesitamos compartir con otras mentes, con otras inteligencias, todo aquello que tenemos dentro. Necesitamos «hacernos entender», dialogar, llegar a acuerdos con los demás cuando hay objetivos y planes comunes…
Cuando no transmitimos lo que nos sucede o sucedió, ese mensaje no dado, no comunicado, se nos queda dentro y se pudre. Y nos revuelve las entrañas. Y hasta que no lo expulsamos al exterior no nos quedamos tranquilos y no nos sentimos liberados. Al igual que no podemos quedarnos en nuestro interior con productos de desecho físicos, tampoco podemos retener pensamientos o emociones sin que ello nos traiga consecuencias negativas.
La capacidad comunicativa que tenemos se nos detecta en la escritura por la aparición del trazo que se dirige hacia la derecha con la intención de bajar. Este trazo, en nuestro abecedario, debería aparecer en las letras de la FIGURA 1 (en la h, m, n, ñ, y p; en cierta modalidad de la r —por cierto, la que debería ser de más uso—; en la k —aunque en nuestro idioma, por emplearse tan poco, no tiene gran relevancia—; y en cierta modalidad de la x —aunque ocurre igual que con la k, que no resulta de gran interés, al menos terapéutico—). Si observara que en su escritura aparece este trazo en las letras indicadas, corresponderá al reducido grupo de personas que realizan esta función en las ocasiones adecuadas: hablan cuando tienen que hablar.
FIGURA 1
Si por el contrario, estas letras las hace de otra manera y no aparece en ellas esa pequeña curvita por arriba (algunos ejemplos son los mostrados en la FIGURA 2), ello querrá decir que no se comunica lo suficiente —al menos cuando tiene que hacerlo—, que es reservado/a, que le cuesta verbalizar sus sentimientos; o se cree que los demás ya le entienden, aunque no hable; o simplemente no le preocupa demasiado hacerse entender o no.
FIGURA 2
Si este trazo lo realiza en las letras adecuadas (FIGURA 1) pero también aparece en otros lugares, como por ejemplo, los mostrados en la FIGURA 3, quiere decir que usted pone demasiado interés en esta función, su tendencia a hablar es excesiva.
FIGURA 3
Sin embargo, la mayor confusión sucede cuando la persona habla cuando tiene que callar y calla cuando tiene que hablar, es decir, cuando el trazo de la comunicación aparece en sitios en los que no debiera aparecer (FIGURA 3) y no aparece cuando debiera (FIGURA 1). Raro será el caso en el que tal característica psicológica no haya conducido a una manifestación patológica.
Hasta ahora hemos tratado el cuánto se habla y en qué momentos, o sea, cuántas veces aparece el trazo y en qué momentos a lo largo de la escritura, pero este sistema, el denominado Grafología Racional por su propio autor, Vicente Lledó (1932-1993), va más allá, e interpreta cómo es nuestra comunicación, dependiendo de cómo se haya ejecutado el trazo.
El ejemplo de la FIGURA 4 muestra un trazo tendente a curvo, lo que quiere decir que la persona sabe hacerse entender; emplea los términos, expresiones y gestos adecuados para que al otro le llegue su mensaje.
FIGURA 4 FIGURA 5
El ejemplo de la FIGURA 5, muestra lo contrario, un trazo tendente a recto, lo cual quiere decir que la persona no sabe emplear unos códigos comunes de entendimiento, le cuesta hacerse entender, no encuentra las palabras adecuadas,… tiene dificultades para comunicarse.
La FIGURA 6 muestra un trazo rápido. Ello quiere decir que la comunicación se lleva a cabo con la suficiente prontitud. Hay fluidez. Las palabras se suceden rápidamente, según van brotando las ideas.
FIGURA 6 FIGURA 7
El ejemplo de la FIGURA 7 muestra el caso contrario: un trazo que se ha hecho lento. A la persona le cuesta «convertir» los pensamientos en palabras. La comunicación no sucede de forma fluida y rápida. Se lo tiene que pensar demasiado.
En la FIGURA 8 vemos que el trazo es corto, lo cual quiere decir que la comunicación se realiza de forma breve, concisa, sustancial; la persona va «al grano», al mensaje que quiere transmitir, sin rodeos.
FIGURA 8 FIGURA 9
El caso contrario se corresponde con el ejemplo de la FIGURA 9, en el que el trazo se ha hecho muy largo. La comunicación, el mensaje, va rodeado de otras muchas ideas, de detalles que no son necesarios. La persona quiere decir demasiadas cosas; tiene más interés en hablar que en transmitir el mensaje en cuestión; quiere hablar, aunque sea por hablar.
El trazo de la FIGURA 10 está situado a una altura muy premeditada, en un lugar donde la persona entiende que debe estar, o sea, en un sitio ordenado, lo que quiere decir que esa persona se comunica bajo ese mismo sentimiento: habla lo que cree que tiene que hablar, según el interlocutor que tenga delante; hay una idea preconcebida a la hora de comunicarse o hacerse entender; no se siente libre para decir lo que quiera.
FIGURA 10 FIGURA 11
Sin embargo, el trazo de la FIGURA 11, cuya ubicación es libre, queda situado cada vez más bajo —según las leyes grafomotrices que rigen la escritura—. Se corresponde a una persona que habla sin trabas, espontáneamente, lo que quiere, lo que siente. Su comunicación es sincera y natural.
La FIGURA 12 muestra un ejemplo de una comunicación que va perdiendo fuerza, como las bebidas gaseosas: se empieza con mucho entusiasmo la comunicación, pero según va desarrollándose ésta se hace cada vez más fría y se va perdiendo interés: el trazo disminuye gradualmente de presión.
FIGURA 12 FIGURA 13
El trazo de la FIGURA 13, al contrario que en el ejemplo anterior, va aumentando su presión a medida que se desarrolla, y significará también lo contrario: que la persona va entusiasmándose con la conversación —y contagiando su entusiasmo— con la exposición de su mensaje; va generando interés a medida que desarrolla esta función.
El trazo de la FIGURA 14 es fuerte y, por tanto, la persona emplea demasiada fuerza al hablar; carece de sensibilidad y tacto hacia el otro a la hora de exponer su mensaje. Su comunicación es impositiva; no le importa herir. Es la violencia verbal, la agresión verbal.
FIGURA 14 FIGURA 15
Y por fin, el trazo de la FIGURA 15 está realizado de forma suave, lo cual quiere decir que se trata de una persona dulce, sensible, delicada a la hora de hablar; tiene en cuenta al otro, le considera, le mima con sus palabras aunque el mensaje sea duro en su contenido.
Cuando la comunicación no sucede adecuadamente, dentro de unos límites de normalidad, puede quedar afectada cualquier célula, cualquier órgano o sistema que en el cuerpo esté encargado de la transmisión de mensajes, por ejemplo los pulmones y vías respiratorias en general, el sistema de fonación (lengua, cuerdas vocales, laringe), el sistema nervioso periférico, las manos, la mímica, el movimiento muscular en general, etc.
Advertencia final: No es recomendable intentar modificar la escritura sin la supervisión de un grafoterapeuta experimentado conocedor del Método y de sus Leyes grafomotrices. Si lo hace y no suceden cambios, o éstos no son positivos, consulte su caso.
Terapia Natural No Convencional
Miguel