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La depresión en la escritura

Depresión: conjunto de cuatro alteraciones fundamentales que el individuo experimenta al tiempo, en la misma fase de su vida: 

  1. Exceso de deliberación.
  2. Falta de autovaloración.
  3. Alteración ante las situaciones imprevistas y los cambios.
  4. Falta de adaptación al entorno.

Antes de nada, aclarar que el sistema grafológico que en este artículo vamos a tratar, al igual que lo hemos hecho en otros anteriores, es el descubierto por Vicente Lledó (1932-1993)

Con respecto a la grafología convencional, este método presenta unas notorias  diferencias: No está basado en la interpretación de la multitud de formas que puede llegar a adquirir cada una de nuestras letras, o si el renglón se sube o se baja, etc… Está basado fundamentalmente en doce tipos de impulsos nerviosos o movimientos que el cerebro transmite a la mano y que, entre ellos, forman las infinitas posibilidades gráficas que podamos imaginar.

Cada uno de estos movimientos se corresponde con una función neurofisiológica concreta y dependiendo de cuántas veces aparezcan en la escritura y de cómo estén realizados —suaves, fuertes, curvos, rectos, etc…— se interpreta, de manera precisa, la respuesta que tiene la persona ante los diferentes aspectos de la vida.

Los cuatro trazos o impulsos bioeléctricos que quedan afectados cuando la persona padece una depresión son los siguientes:

  • El trazo que revela el excesivo cuestionamiento de las cosas, es decir, el darle vueltas y más vueltas y no poder parar la maquinaria de pensar, es el que se dirige hacia la izquierda con la intención de bajar. Este trazo debería estar sólo en las letras que aparecen en la FIGURA 1, y no en otras, como los ejemplos mostrados en la FIGURA 2.
  • El movimiento que revela la autoestima, el grado de aceptación de uno mismo, la exención de complejos, etc., es el trazo que se dirige a la izquierda con la intención de detenerse. Este trazo debería aparecer en las letras de la FIGURA 3 (en la p y la s, sólo de manera opcional, no obligatoria) y no en otras, como los ejemplos mostrados en la FIGURA 4, que indicarían que la persona pone en marcha esta función neurofisiológica de autovaloración y concepto de sí misma en momentos y circunstancias inadecuadas.

  • El movimiento que revela nuestras reacciones ante cada una de las situaciones diferentes que en cada instante la vida nos otorga, es el trazo que va hacia la izquierda con la intención de subir. Cuando se tiene depresión este trazo queda afectado y por ello la persona cambia bruscamente de humor, o se siente triste sin tener motivos, o inquieta por dentro, rara, con un malestar que no sabe explicar, o se ve afectada por los cambios de estación —sobre todo primavera y otoño—, o influida por la luna, etc. Debe aparecer en las letras indicadas en la FIGURA 5 y desaparecer de cualquier otro lugar; valgan los ejemplos de la FIGURA 6.
  • Y por fin, la adaptación al medio, el estar tranquilos junto a los demás sin tener la necesidad de fuga, el saberse y sentirse parte del grupo y, por tanto, estar en disposición de entrega y contacto real, físico con los demás, son cuestiones de las que nos habla el trazo que avanza con la intención de subir, que debería aparecer en las letras indicadas en la FIGURA 7, así como en sus uniones. Los ejemplos donde este trazo no aparece o lo hace indebidamente se muestran en la FIGURA 8.

Siempre que estas anomalías gráficas suceden en la escritura, y dependiendo del grado en que lo hacen —ya no en el cómo, que no hay espacio para tratar este tema—, podemos tener la certeza que la persona tiene depresión, aunque sea encubierta: basta que suceda un acontecimiento de cierta relevancia en su vida para que no levante cabeza o, si lo hace, sea de manera temporal. Mientras en su cerebro, a nivel fisiológico, no se haya producido ningún cambio y, por tanto, no se detecte ninguna diferencia evidente en su escritura, cualquier intento de modificación de conducta que se haga, será insuficiente para resolver definitivamente los errores de funcionamiento que conforman el cuadro depresivo. Sin embargo, con sólo cambiar la forma de las letras y de sus uniones, ya se estaría dando un extraordinario paso en este sentido, pues el cambio de conducta sucede desde la base biológica y fisiológica de la persona.

Para finalizar este pequeño artículo quiero hacerle entender una cosa: de igual forma que no se auto-trataría con agujas sin la debida formación en Acupuntura, por ejemplo, no es recomendable intentar modificar por cuenta propia la propia escritura pues, lo que a simple vista parece muy fácil, hay matices que a los ojos de un inexperto se le escapan y que, no por pequeños, dejan de tener un efecto contundente sobre su sistema nervioso. Si no se observa cambios, o éstos no son positivos, acuda a un técnico en la materia.

Terapia Natural No Convencional

1 Respuesta hasta ahora.

  1. daniel dice:
    me encanto el articulo muy didactivo e interesante los felicito

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