Reina del dedo
Es el caso de una mujer con alteraciones mentales severas. Su terapia tenía que ser muy fácil.
Aprovechando las prolongadas horas que permanencía en el sofá, repitiría en él los ejercicios que íbamos a practicar.
Le enseñé cómo realizar tres de los doce movimientos o trazos escriturales, y le dije que cuanto más los realizara, más estimularía a su cerebro a funcionar de otra manera para sentirse mejor.
Se ganó el apodo de La reina del dedo puesto que durante la primera etapa de su terapia, sólo se dedicó a mover el dedo sobre el cojín de al lado, en el sofá.
En la segunda etapa, ya no tan intensa, pudo aplicar los movimientos practicados a la mejora de su escritura.